Uno de los sectores más característicos e importantes de Cartagena, desde su implantación en el siglo XVIII, ha sido la Industria Naval. Sin embargo, las dificultades por las que atravesó la economía española a lo largo del siglo XIX hicieron que los astilleros y arsenales entraran en decadencia, y sus producciones se resintieran. La industria naval había sufrido un duro golpe tras la Guerra Hispano-estadounidense que se arremetería con fuerza sobre la sociedad cartagenera, que indudablemente estaba muy ligada a sus actividades. Pero, ¿de que manera afectaron estos acontecimientos a los habitantes de la ciudad portuaria?.

Los Arsenales Militares estaban gestionados de forma directa por el Estado Español, y este no estaba en condiciones de invertir las sumas de dinero que el sector exigía para su funcionamiento. Por tanto, las medidas que se emplearon fueron las encaminadas a recortar las plantillas de obreros navales. En cifras, en 1794 el Arsenal de Cartagena contaba con aproximadamente unos 5200 trabajadores, que en 1902 se habían desvanecido hasta los 1300 empleados. El desempleo a tal escala azotó a la sociedad cartagenera de entonces, donde comenzó a respirarse aires de crispación que preocuparon a las autoridades gubernamentales. Los conservadores, que habían conquistado las elecciones nacionales con Antonio Maura al frente, intentaron paliar la situación con un proyecto que activara de nuevo los ejercicios de la Industria Naval y que fuera respaldado por un amplio presupuesto. En 1908 se adjudicó el proyecto a la Sociedad Española de Construcción Naval, en adelante , formada en su mayoría por empresas británicas, a la que se le entregaría también la gestión de los Arsenales de Ferrol, Cádiz y Cartagena.

La S.E.C.N. inicia la gestión privada del Arsenal, y la construcción de buques para modernizar la Armada Española. No obstante, la compañía no estaba limitada a atender encargos nacionales si no que además tenía la posibilidad de aceptar pedidos de otras armadas y marinas internacionales, con lo que se intentaba que la Industria se encontrara ocupada. Así, la llegada de la S.E.C.N. a Cartagena supuso una remodelación de su Arsenal Militar con la construcción de nuevos talleres y la instalación de nueva maquinaria que permitía una mayor productividad. Sin embargo, los despidos no desaparecieron y aunque en un primer momento se realizaron de forma moderada y con la justificación de una maquinaria capaz de suplir la mano de obra humana, después estos se produjeron de forma indiscriminada por las dificultades que rodeaban al sector. La falta de herramientas y maquinaria para la adquisición de determinadas piezas, y el precio abusivo de las materias primas provocaron que el proyecto fuera insostenible, a lo que se sumó las abusivas condiciones de trabajo que la compañía había establecido.

La frustración de la sociedad cartagenera llevó a las primeras manifestaciones de trabajadores, alimentadas por el paro y la sobreexplotación laboral. Las largas jornadas y los bajos salarios encendieron la mecha del conflicto entre obreros y patronos, y fomentaron la creación de organizaciones de obreros como la “Unión Obrera de Trabajo y Cultura”, una de las más activas en Cartagena. Su mayor actividad se realizó a partir de 1917, donde se declaró una huelga el 15 de junio que paralizó las actividades del Arsenal, y fue apoyada por todas las sociedades obreras de Cartagena y la pequeña burguesía, paralizando los comercios y establecimientos de la ciudad. El acuerdo entre los representantes de la empresa y los manifestantes no satisfizo a nadie y las huelgas de los obreros navales se repetirían en los años siguientes, fruto de los malos tratos recibidos y las pésimas condiciones de trabajo. Sin embargo, no tendrían resultados y los obreros volverían al trabajo sin progresos, volviéndose a producir grandes despidos.

Por tanto, podemos deducir que los primeros años del siglo XX son una época de transformación en la industria naval. Primero con la privatización de sus empresas, la sobreexplotación de la obrero, y su apertura a los mercados internacionales con la construcción de buques y navíos para diferentes Armadas. Pero también con la organización de los obreros navales en uniones y sindicatos, que decretarían huelgas y manifestaciones que no lograrían sus objetivos. El anarquismo lograría una presencia importante en Cartagena, y no solo en el sector naval, pero no consiguió hacerse paso sobre los intereses empresariales. La crisis en el sector de construcción naval volvería a sufrirse en 1925, y no se recuperaría hasta 1931, donde los gobiernos republicanos se esforzarían en sacar adelante los planes que se habían proyectado por los ministerios de Primo de Rivera, que no se completaran por la Guerra Civil, y la posterior nacionalización del sector.

Bibliografía|
EGEA Bruno, P.M. “Apuntes para la historia del movimiento obrero en la industria naval de Cartagena (1898-1923). Selección Sindical CC.OO. Bazán. Cartagena. 1988.
GRIÑAN Montealegre, M.; PALAZÓN Botella, M.D. El arsenal de Cartagena: patrimonio de la historia de la industria naval española. “Areas: Revista internacional de ciencias sociales”. Nº 29. Págs. 164-168.