La arquitectura está considerada como una de las grandes artes del hombre. Los edificios, calles y monumentos se constituyen como un reflejo de la sociedad y su historia y comprenden una parte fundamental de nuestra memoria. Estos elementos que se han levantado en el pasado pero que a la vez seguimos utilizando y construyendo en el presente, independientemente de su evolución funcional, son precisamente los espacios donde desarrollamos nuestra vida y donde representamos materialmente nuestras actividades, y por ello suponen un testimonio único y ocupan un lugar simbólico de nuestro patrimonio cultural. Este Patrimonio Arquitectónico formado por todos aquellos edificios, construcciones y ruinas que han adquirido un valor testimonial y artístico con el paso de los años, merece nuestra atención y protección.

El Patrimonio Arquitectónico de Cartagena es abundante y consta de una gran diversidad artística e histórica, pero sin lugar a dudas una de las etapas de mayor esplendor de la arquitectura cartagenera es el Modernismo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se desarrolla en una época en la que Cartagena está superando la postguerra cantonal, en unos años donde urbanísticamente la ciudad se estaba reconstruyendo y donde la economía local había decaído de sobremanera. No obstante, con la llegada de los aires de la reciente Restauración Borbónica y el establecimiento de una nueva burguesía foránea, que rápidamente va a situarse en las altas esferas sociales y políticas de Cartagena, la economía despega rápidamente al amparo de la industria minera y metalúrgica, motor y empuje del resto de actividades de la ciudad portuaria. Un periodo de esplendor que se va a materializar en el urbanismo de la ciudad por medio del estilo modernista. Esta nueva estética inspirada en la naturaleza no solo introducirá nuevos materiales como el hierro y el cristal, sino que también revolucionará el interior de los edificios y sus mobiliarios, y se plasmará en Cartagena de la mano de grandes maestros como Victor Beltrí o Tomás Rico.

Así, la excelente coyuntura económica que ofreció la minería, a pesar de su posterior crisis y explotación de obreros que estallaría en revueltas en 1910 y el atentado ecológico que supuso, permitió el levantamiento de verdaderas obras de arte en el sistema urbano cartagenero. La “Casa Cervantes”, primera obra de Beltrí en la ciudad, o el “Palacio Aguirre” de finales del XIX, la “Casa Zapata”, que aún conserva su excelente patio en estilo mozárabe, el centenario “Gran Hotel”, la “Casa Llagostera”, hoy en obras, o la “Casa Maestre”, son algunos de los monumentos y edificios más emblemáticos de estas fechas. Las construcciones se plasmaron también en edificios de uso público como el “Palacio Consistorial”, la “Estación de Ferrocarril” o las “Escuelas Graduadas”, y llegaron también hasta las diputaciones, como el “Teatro Apolo” de El Algar.

Por lo tanto, el Patrimonio Arquitectónico que nos dejó el periodo modernista merece una consideración mayor y un lugar especial en nuestra memoria. En la actualidad, estos bienes culturales que se habían puesto en valor y bajo la protección de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, están viviendo una etapa de recuperación. Los años que han vivido en el olvido y la despreocupación que han soportado durante las últimas décadas les ha pasado factura, causándose una enorme pérdida patrimonial; apenas han sobrevivido los interiores de estas magnificas construcciones y las fachadas se postran desnudas y exentas sin ningún edificio detrás al que embellecer, rodeadas completamente de andamios por su estado deficiente. Hoy se está revalorizando este tipo de patrimonio, y las campañas de concienciación y difusión de asociaciones y particulares han dado sus frutos. Debemos proteger el Patrimonio Modernista para que perdure en nuestra memoria.