En este artículo hablaremos sobre la Orden de Santa María de España y su importancia para la ciudad de Cartagena. Mostraremos cómo una vez más nuestra ciudad se alzaría como centro neurálgico de una gran institución, que, a su vez, se convertiría en uno de los proyectos más ambiciosos de Alfonso X el Sabio.

Para entender el porqué de su creación, hemos de comprender el contexto histórico del que se rodea. El siglo XIII fue una época de grandes cambios en la Península Ibérica. Desde el fin de la supremacía africana de la mano de la victoria en las Navas de Tolosa hasta la unión decisiva de Castilla y León, los reinos cristianos fueron avanzando implacablemente en su afán de “reconquista”. No todo fueron sucesos afortunados para dichos reinos, sin embargo; también fueron azotados y, en especial, la Corona de Castilla, por las respuestas militares de aquellos a los que llamaban infieles. Como consecuencia del curso que tomaron los acontecimientos durante este siglo, Castilla tuvo que inaugurar una nueva política militar, que consistía en otorgar una mayor importancia a la guerra por mar. Y, aunque la preponderancia de la política territorial de Castilla continuó destacando sobre la marítima, la Corona se vio obligada a crear y mantener una flota para hacer frente a los navíos musulmanes.

Esta política tomará forma durante el reinado de Fernando III y se materializará con su hijo Alfonso X el Sabio, quien convirtió el legado de su padre en un férreo objetivo que, desde su mirada regia, era indispensable para vencer al infiel. Alfonso X fue un monarca que subió al trono bajo unas circunstancias indudablemente optimistas, puesto que iba camino de cumplir el sueño histórico de sus antecesores: recuperar el esplendor visigodo que hasta el siglo VIII había reinado en la Península. A lo largo de su reinado, Alfonso demostró, además de por la ciencia y el derecho, una creciente preocupación por los asuntos marítimos. Dicha preocupación se intensificó cuando el monarca tuvo que enfrentarse a la sublevación de los mudéjares del Reino de Murcia en 1264. Fue este desfavorable suceso y los continuos saqueos a mano de los piratas musulmanes, que perturbaban la paz castellana, lo que hizo que una idea empezara a fraguarse en la cabeza del soberano. Este proyecto pudo haber echado raíces en Cartagena debido a la larga estancia del rey en la ciudad portuaria; ciudad que debido a su localización estratégica se alzaría tiempo después como cabeza de la nueva institución que crearía.

Alfonso X el Sabio

Y así fue como en 1272, Alfonso X decidió fundar una orden de caballería que se ocupase de la defensa marítima de estos lares, bautizándose como “Orden Militar de Santa María de España”, una institución que se ganaría su afecto y protección y cuyo objetivo sería el de continuar por mar la guerra contra el Islam. Siguiendo el modelo de sus predecesoras, la Orden de Santa María de España fue constituida tanto por caballeros como por clérigos. El rey mandó construir, además, cuatro conventos para ser ocupados por sus miembros; el principal en Cartagena. Aunque todos situados en puntos estratégicos cercanos al mar para controlar las naves musulmanas, el monasterio de Cartagena constituyó la cabeza de todos ellos. ¿Cómo no iba a serlo teniendo a su cargo toda la costa castellana del Mediterráneo?

Actualmente existe un debate sobre la condición única de la Orden como fuerza militar marítima. Autores como Menéndez Pidal insisten en que no era exclusiva para dicho elemento; sin embargo, la localización de los monasterios/bastiones pertenecientes a la Orden y la preocupación del monarca por los “fechos de allend el mar” permiten intuir su verdadero propósito. No obstante, este objetivo no se podría llevar a cabo en todo su esplendor debido a la corta vida de la orden militar. No obstante, fuera o no creada con el único objetivo de actuar por mar, las circunstancias que posteriormente tendría que atravesar Castilla provocarían que la Orden fuese utilizada para defender las fronteras cristianas frente a Granada.

Llama la atención la perseverancia del monarca castellano para llevar a buen puerto la recién creada Orden. Ordenó a la Orden del Císter que le concediese los mismos privilegios que esta había entregado en su día a la Orden de Calatrava, que incluían la confección del sello que utilizarían los miembros en adelante. Se diseñaron dos modelos, expuestos a continuación: el primero como sello general y el segundo como sello personal del maestre.

Sello de la Orden de Santa María de España
Sello del maestre de la Orden

Por otro lado, también tenían vestiduras propias: todo aquel que se ataviase con una túnica negra y una capa roja decorada con una estrella dorada pertenecería a la Orden de la Estrella (así era también conocida nuestra institución). Esta no sería la primera ni la última de las gracias que don Alfonso concedería al cabildo cartagenero de Santa María, sino que fue colmándolo de regalos como si de su hijo pródigo se tratase. Las gracias y mercedes las concedía el rey para consolidar la orden y mejorar su gobierno. Todo pruebas del gran afecto que el soberano sentía por la Orden.

Vestimenta de la Orden

Este afecto iría creciendo con los años al dejar constancia de la lealtad de la Orden hacia su rey. Un caso destacado de la nombrada fidelidad de los freires fue el popular cerco de Algeciras. A cada acto de buena fe, el rey agasajaba a sus protegidos con beneficios y propiedades. Fue, de hecho, en uno de estos arrebatos de generosidad y ante la amenaza inminente a sus fronteras, que el rey otorgó los castillos de Medina Sidonia a la Orden y a Pedro Núñez, maestre por aquel entonces, a cambio de protección. Es por esta razón que el rey cambió el nombre de la ciudad a “Estrella”, en honor a sus predilectos.

A pesar del gran esfuerzo que el monarca puso en cumplir su mal llamado sueño, la orden tuvo una corta vida, al igual que su maestre, que en algunos documentos es nombrado con el sobrenombre de “maestre de Cartagena”. La Orden desaparecería con la batalla de Moclín, en la que el maestre de la Orden de Santiago perecería. A consecuencia de ello, Alfonso X se vio obligado a nombrar a don Pedro Núñez maestre de Santiago y a ordenar que los caballeros de la Orden de la Estrella cubrieran las bajas sufridas en la Orden de Santiago para evitar la extinción de tan antigua y prestigiosa institución.

Tras esto, Alfonso no solo tuvo que lidiar con la frustración de presenciar la desaparición de su tan ansiado proyecto, sino también con la traición de aquel a quien tantos beneficios había otorgado, puesto que Pedro Núñez apoyó al infante don Sancho en su rebelión, cuestión que el rey abordaría de la siguiente manera:

“…porque la Orden nos debien servir, con quanto en el muno oviese, e nos deservieron errando contra Nos, como agora fixieron el Maestre don Pedro Núñez, a quien Nos ficiemos tantas mercedes y bienes, que los non podriemos poner en carta; e los Freyres de este Orden, que se acordaron con él, alzandosenos con nuestra tierra, y ficieron al nuestro Iinage que se alzase contra Nos, para tolliernos nuestro poder, a nuestro Sennorio, no quesimos que lo nuestro fincase en ellos mas que se tornase a Nos”.

Con la desaparición de la Orden de Santa María y la traición de su antiguo maestre, los proyectos de Alfonso el Sabio quedaron en el olvido, siendo esto un duro golpe para el principal monasterio de la Orden: el de Cartagena. Es, de hecho, por esta razón, por lo que Cartagena entraría en decadencia; una decadencia de la que no lograría salir hasta las expediciones africanas e italianas que, a finales del siglo XV, mostrarían su gran potencial debido a su posición estratégica en el Mediterráneo.

Bibliografía: 

  • Torres Fontes, Juan (1977): “La Orden de Santa María de España”, Miscelánea medieval murciana, Vol 113.
  • Torres Fontes, Juan: “La Orden de Santa María de España y el Maestre de Cartagena”, 96 – 102.
  • Ortiz de Zúñiga, Diego: “Anales eclesiásticos y seculares de la Ciudad de Sevilla”.
  • Bautista Pérez, Francisco: “Biografía de Alfonso X el Sabio”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

 

Elena Ortuño Vidal
Elena Ortuño Vidal es estudiante de historia y periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Aunque nacida en Torre Pacheco, es cartagenera de corazón. Entusiasta de la historia, el arte y la escritura, dedica su tiempo libre a otra de sus grandes pasiones: la música.