El Castillo de San Julián es una de las fortalezas más emblematicas de Cartagena. Situado en la cima del monte San Julian cuenta con vistas privilegiadas de la Ensenada de Escombreras, la boca del puerto, y la ciudad. Un lugar estratégico que comenzó a artillarse en 1706, cuando las tropas inglesas ocuparon la ciudad durante la Guerra de Sucesión.
El proyecto inicial de los ingleses consistía en fortificar algunos de los enclaves más altos entorno a la ciudad, como San Julián o la Atalaya, a fín de rehabilitar el caracter defensivo de la plaza, cuyas fortificaciones se encontraban en un estado bastante deficiente. En este perímetro defensivo y sobre este monte en cuestión, se erige una torre de planta circular que se armará con una serie de cañones. Sin embargo, Cartagena permaneció pocos meses en manos inglesas, y las fortificaciones de San Julián permanecerán sin modificaciones hasta la mitad del siglo XVIII.
Con los Borbones y la reorganización militar de la ciudad, San Julián se levantaría como uno de los principales castillos de su entorno mediante la consolidación de muros y defensas en torno a la Torre circular que años antes habían construido los ingleses. Desde entonces y hasta 1888, el Castillo de San Julián experimentó cada vez más reformas que lo convertirían en una de las fortificaciones cartageneras con mayor diversidad de estilos arquitectónicos.