Dijo Joseph Joubert: “La Historia debe ser sobre todo la pintura de un tiempo, el retrato de una época”. Cartagena ha engendrado obras y documentos de gran variedad, muchos de los cuales están recogidos en su Archivo Municipal y cuya riqueza radica especialmente en su condición de fuentes para conocer el pasado histórico de nuestra ciudad. La Historia es el retrato de una época, sí, pero esta se estudia a través de la arqueología o las fuentes escritas, que son las que nos ocupan en este artículo. Con la llegada de la imprenta llegó también un gran enriquecimiento cultural que inundó las calles cartageneras y que se tradujo entre otras muchas cosas en la fundación de periódicos de todo tipo y la publicación de obras que fueron en su día el espejo de la sociedad y que hoy revisten una gran importancia historiográfica. En esta entrada haremos un pequeño recorrido que dará a conocer brevemente algunas de las publicaciones de la ciudad costera, de la Edad Moderna en adelante, y que nos presentará la situación de la prensa cartagenera en dicha época.

Archivo Municipal de Cartagena (situado en el Parque de Artillería)

Dentro del grupo mencionado destaca a finales del siglo XVI, un discurso sobre nuestra ciudad. Su historia comienza cuando el Licenciado Francisco Cascales optó a la plaza para la cátedra de Humanidades del Ayuntamiento de Cartagena y, en junio de 1597, esta le fue concedida. Como prueba de ello y en agradecimiento por el trato recibido, Cascales escribió su “Discurso de la Ciudad de Cartagena”, donde narraba el origen y hechos acontecidos en dicho lugar desde su fundación. Así explicaba el autor su motivación por escribir dicha obra: “Más porque vuessa merced considere a Cartagena como ella es, y no como algún engañado Narcisso contento no más que de sus proprias cosas por ventura se la ha mal pintado. Escúcheme un poco y oyrá de Cartagena las mayores y mejores propriedades que se hallan en ciudad de España. Y siendo esto assí dexará vuessa merced de admirarse y en lugar de reprehenderme alabará mi consejo y buena determinación y dará de aquí adelante a Cartagena lo que merece y vale”. Como si de una bomba literaria se tratase, el libro causó un gran revuelo y fue recogido y rodeado de alabanzas en la obra de varios poetas de la época, como lo fueron Nicolás Bienvengud y Juan de Sepúlveda. A continuación se incluyen los versos del segundo:

Mil gracias te doy contento

buen Cascales por la gloria

que ya en Cartagena siento,

levantada su memoria

con tu gran entendimiento.

 

Solo a tus hombros se deve

este heroico peso y carga,

que en un discurso tan breve

historia escrives tan larga

de tres mil años y nueve.

 

Pues loarte no merezco

con tal lenguage que quadre

todo quanto soy te offrezco,

y el bien que has hecho a mi madre

como hijo te agrandezco.

 

Y no nos importa nada

que su muralla primera

oy esté despedaçada,

que el estandarte y bandera

la más rota, es más honrada”.

 

Este libro fue impreso en Valencia, puesto que la imprenta aún no había alcanzado la ciudad. Fue ya a finales del siglo XVIII cuando se estableció en Cartagena la imprenta, inundando la ciudad de literatos; circunstancia que cambió a principios del siglo XIX, cuando el Ayuntamiento dejó de apoyar a los escritores contemporáneos por ser en su gran mayoría liberales declarados y enemigos de Fernando VII, algo que les chocaba mucho a los miembros del Concejo municipal, partidarios del monarca.

Hay una interesante historia sobre el primer libro que se imprime en Cartagena. Su origen lo encontramos en la obra de Pedro Díaz Zassou, “Serie de Obispos de Cartagena”, en la que cuenta que hubo un libro que se imprimió en la ciudad en 1535 conocido como el “Breviario Cartaginense”, que de ser cierto sería el primer libro impreso en la zona. Esta historia se ha puesto en duda dado que la ciudad en ese momento era bastante más pequeña que hoy en día; con una población de alrededor de 800 personas y gracias a las mercedes que en su día concedieron los RR.CC. a todos los que acudieran a habitarla. Además, en esta fecha aún no se había instalado la imprenta en nuestra urbe. En realidad sí existió este ejemplar, pero hay un gran debate respecto al lugar y fecha de su impresión. Muchos autores coinciden en que fue impreso en Murcia en 1484. Por otro lado y hablando de primeros ejemplares, el primer periódico conocido en la región será editado también allí: la Gaceta de Murcia. Cartagena no quiso quedarse muy atrás respecto a la actual capital de la región y trajo el Semanario Literario y Curioso de Cartagena, un periódico que fomentaba las artes y las ciencias.

Breviario o Misal Cartaginense

El siglo XIX fue un siglo prolífico para la prensa, a pesar de la censura a la que se veía sometida. Se publicaron periódicos como el “Diario de Cartagena”, “La tertulia de Cartagena” y “El Chismoso”, en 1808, 1820 y 1822 respectivamente. A principios de este siglo también las imprentas fueron multiplicándose en la ciudad, un factor que jugó un papel significativo en la Guerra de la Independencia contra la dominación francesa. Las imprentas adquirieron gran protagonismo en la resistencia contra el general francés Sebastini, encargado de ocupar Murcia. Estas lanzaron panfletos y carteles repletos de frases patrióticas; impresos que fueron extendiéndose y pasando de mano en mano, impidiendo así que se apagase la llama de esperanza que aún latía entre los españoles que combatían a los franceses.

A mediados del siglo XIX la imprenta no tuvo demasiado éxito, pues apenas se imprimieron 40 libros y, a pesar del ingente número de periódicos y revistas que se fundaron, ninguna perduró en el tiempo. Una excepción podría ser el “Eco de Cartagena”, un diario nacido en 1860 para apoyar la causa revolucionaria. La timidez de la prensa del siglo XIX se fue disipando al llegar primero la Constitución de 1869, que incluía “el derecho a emitir libremente las opiniones”, y después con la llegada de la Primera República. La prensa estaba caracterizada, sin embargo, por un carácter fuertemente personalista, ya que no era extraño el caso en el que director, propietario y redactor convergieran en una misma persona.

El Eco de Cartagena sobre la llegada del cinematógrafo

Los periodistas escribían para las clases medias y para las élites, dependiendo del tipo de periódico. Sabían bien lo que tenían que ofrecerle al público. Según Sánchez González, “el periodista decimonónico en ocasiones se convierte en portavoz de los intereses, aspiraciones y opiniones de los sectores afines -refleja la cosmovisión- de los diferentes grupos sociales afines a su publicación. El periodista por una parte adoctrina a sus lectores, les enseña la realidad que no conocen directamente; pero por otra, siempre tendrá en cuenta que las interpretaciones y conclusiones de sus escritos han de estar en consonancia con los objetivos perseguidos por los potenciales destinatarios… Los intentos de periódicos dirigidos a obreros y trabajadores terminaron en fracasos”.

Los periódicos del momento tuvieron un gran tinte político. Las autoridades y el poder intentaban controlar la prensa, puesto que esta creaba opinión en aquellos que la leían. Ya existía en este momento una lucha encarnizada entre la prensa y los políticos que, en el siglo XIX, llegó a muchos periodistas a acabar entre rejas, una lucha que en muchos casos, aún no ha acabado. Con la Restauración Borbónica, los periódicos, movidos por el deseo de perdurar, comenzaron a publicar información con la intención de independizarse de las luchas políticas. Los diarios recogían los “intereses generales”. Con la Constitución del 76, apareció un periódico muy conocido entre los republicanos: El Amigo de Cartagena, a partir del cual se popularizaron los “sábados del Amigo de Cartagena”.

Detalle de la sección de anuncios de El Amigo de Cartagena

Durante el siglo XX las publicaciones periódicas se multiplican respecto al siglo anterior. Aunque aparecerán periódicos especializados en muchos temas (es en esta época cuando aparecen los deportivos), será la prensa política la que más extendida esté. A partir de la Guerra Civil, habrá un gran parón en la producción periodística, que se retomará en la Transición. Es en 1936, de hecho, cuando El Eco de Cartagena dejará de emitirse, siendo el periódico de más duración en la zona después de La Verdad.

Dicho todo esto y aunque las publicaciones sobre Cartagena y su prensa sean una fuente que no ha de pasar desapercibida, hay que tener en cuenta que los diarios y crónicas de la época pueden llegar a ser fuentes muy subjetivas. Es por esto por lo que, como diría Carlos Ferrándiz, “para obtener conocimiento a través de la prensa de la cultura y modo de pensar que caracteriza a Cartagena en diferentes etapas históricas, hay que analizar adecuadamente y profundizar en la relación entre ideología y mentalidad y entre mentalidad e información”.

Bibliografía:

  • Cañabate Navarro, Eduardo (1963): “La Imprenta y sus publicaciones en Cartagena”, Murgetana, Vol 20: pp. 51 – 56.
  • Ferrández García, Juan Ignacio (2016): “El amigo de Cartagena”, La Opinión.
  • Ferrándiz Araújo, Carlos (1992): “La Prensa y las mentalidades contemporáneas: El caso de Cartagena”, Anales de Historia Contemporánea, Vol 12.
  • Martínez Cerezo, Antonio (2010): “Brevarium Cartaghinense (1484)”, La Verdad.
  • García Cuadrado, Amparo (2005): “La llegada de la imprenta a Murcia: algunos de sus protagonistas”: pp. 33 – 35.
Elena Ortuño Vidal
Elena Ortuño Vidal es estudiante de historia y periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Aunque nacida en Torre Pacheco, es cartagenera de corazón. Entusiasta de la historia, el arte y la escritura, dedica su tiempo libre a otra de sus grandes pasiones: la música.