CARTAGENA VISIGODA

La etapa que a continuación vamos a examinar puede considerarse una de las más oscuras de la Historia de Cartagena, tanto por la escasez de restos materiales que se han conservado arqueológicamente, como por la falta de interés por parte de los estudiosos de intentar profundizar más en este periodo, que se define como una fase corta, puesto que primero bizantinos y después musulmanes se hacen con el control de la ciudad.

Podríamos decir, en primer lugar, que los visigodos no fueron un pueblo que supiera sacar partido al potencial estratégico de Cartagena, ni a ninguna ciudad costera del litoral peninsular, por ser un pueblo que no tenía tradición marinera, y centrar su economía hacia actividades agrónomas. El caso es que cuando el Imperio Romano Occidental se consideró erradicado en el 476, la actividad comercial en los puertos romanos ya estaba en un gran deterioro, y aunque los visigodos, en efecto, se hicieron con el control de la Comarca, su poco interés por la minería, y sus luchas internas acabaron por facilitar una cierta continuidad, favorecida con una población que seguía siendo estando muy romanizada. Estas luchas hicieron que Atanagildo cediera  territorios a los bizantinos a cambio de apoyo militar, que dieron vida de nuevo a los puertos mediterráneos. De finales del siglo VI serían contemporáneos los cuatro santos de la ciudad: San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina. Según las historias que han llegado hasta nuestros días, los cuatro compartirían padre, el Duque Severiano, cuyo hogar se corresponderían con la ubicación actual del auditorio del Parque Torres, y los cuatros salieron de la ciudad cuando esta cayó en manos bizantinas. Una ciudad que dio luz según otras leyendas a la Reina Teodosia o Teodora, esposa de Leovigildo, e hija de igual forma del duque antes descrito.

Los visigodos poco a poco fueron consolidando su estructura política, hasta que en el siglo VII  se habían definido como un grupo fuerte con capital en Toledo e intentaron situarse como la etnia dominante en toda la Península Ibérica, coincidiendo con un periodo problemático para Bizancio, cuya atención estaba puesta en la guerra contra Persia. Suintila, que había derrotado a los vascones en el norte, crea una flota que devasta los puertos bizantinos en una última ofensiva, quedando Cartagena como último reducto. Hacia el 663 los visigodos entran en la ciudad y la arrasan, procediendo a su destrucción. A continuación se abre un periodo de decadencia urbana del que la ciudad parece no recuperarse. El puerto abandonó su actividad y el núcleo urbano sufrió una importante despoblación.

Durante finales de siglo VII, los principales enclaves del sureste y buena parte del levante peninsular que estuvieron gobernados por un reducido grupo de linajes, encabezados por el duque de Teodomiro. Por esa misma fechas, la relación es cara es más tensas entre la nobleza y la monarquía visigoda, de caracter electivo, provocaron un ambiente de inestabilidad política que desembocó en una serie de guerras civiles entre los partidarios de los hijos del fallecido rey Witiza y los del duque Rodrigo de la bética. Así, en este contexto, los primeros solicitaron ayuda a los musulmanes del norte de África, y que ello originó la conquista islámica de la península. El papel que tendría Cartagena en esta contienda es realmente un misterio. Sabemos que Teodomiro capituló en el 713 para mantener su posición de privilegio, pero en ese tratado en el que se incluyen todas las poblaciones y ciudades de la región, Cartagena destaca por su ausencia. El arabista J. Vallvé argumentó la posibilidad de que la ciudad hubiera sido conquistada previamente por las armas, y que por tanto la ocupación de toda la península se hubiera realizado a través de dos rutas, bien simultáneas bien sucedidas en un periodo corto de tiempo; la de Gibraltar y la del sureste, dirección este-oeste. Las hipótesis al respecto han suscitado un debate en torno a ellas que aún no ha sido resuelto. Y es que si por algo se caracteriza la Cartagena de la edad media es por la escasez de información que las fuentes históricas aportan de la ciudad, y la Cartagena visigoda, es una buena muestra de ello.

 

Bibliografía recomendada:

CAÑABATE Navarro, E. Historia de Cartagena desde su fundación a la monarquía de Alfonso XIII. Athenas Ediciones. 1974.

MARTÍNEZ ANDREU, M. Manual de Historia de Cartagena. Ayuntamiento de Cartagena.1996. 415 pp.

MAS García, J. Alta Edad Media. Siglos V al XIII. “Historia de Cartagena”. Tomo VI. Ediciones Mediterráneo. 1986. 510 pp.

SOLER Cantó, J. Historia de Cartagena. Desde antes de su fundación hasta finales del siglo XX J.C. 1990. 311 pp.

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