Todos conocemos más o menos como se produjo la invasión árabe de la península ibérica. Pero al contrario de lo que podamos pensar, se trata de un tema que aún en la actualidad sigue despertando cuestiones irresolubles por el momento. Una de las nuevas ideas que se han planteado, y que mayor debate ha generado, señala que la conquista musulmana se produjo por dos puntos diferentes y simultáneos, en contraposición a la aceptada teoría de una invasión unidireccional desde el estrecho de Gibraltar. Ese segundo enclave se ubica en Cartagena, por lo que en esta ocasión dedicamos estas líneas a analizar el papel que pudo jugar la ciudad portuaria en la expansión árabe en la península.

Representación Batalla de Guadalete (711)

Son muchas las fuentes árabes y cristianas que mencionan Cartagena como un lugar señalado cuando narran la conquista musulmana de la antigua Hispania. Pero ¿realmente participó la ciudad en esta contienda? Hagamos un breve resumen de lo que creíamos hasta el momento.

Grabado que representa la conquista de la Península Ibérica

En la Península se había construido un reino visigodo con capital en Toledo. Los monarcas, elegidos en votación entre la élite nobiliaria, habían logrado unificar los territorios hispanos bajo una misma corona y una misma religión cristiana. Sin embargo, los tiempos de gloria habían quedado atrás a finales del siglo VII, y los enfrentamientos entre la nobleza y la monarquía por la sucesión del poder generaron una situación insostenible. La guerra civil entre el último rey godo Rodrigo y uno de los hijos del anterior monarca Witiza provocaron una vulnerabilidad que fue aprovechada por los árabes del norte de África para invadir la península. Tarik desembarcó con sus huestes al otro lado del Estrecho de Gibraltar en el año 711, y venció al rey Rodrigo en la batalla de Guadalete. Musa se sumaría a la conquista con un enorme ejército con el que en apenas 3 años se ocupó todo el territorio hasta la cornisa cantábrica, firmando a su paso rendiciones innumerables de nobles visigodos que negociaron su continuidad en el poder. Pero todo esto es una verdad a medias. Si analizamos lo que nos dicen las fuentes se nos muestra una visión mucho más compleja.

Mapa que representa la teoría actual de la invasión musulmana

Lo cierto es que se producen una serie de circunstancias que hasta ahora se habían obviado y que han aportado nuevos datos al estudio de la invasión musulmana. Primero debemos tener en cuenta en qué consistían las provincias árabes del norte de África y cómo funcionaban. La rápida expansión en oriente, y luego hacia occidente del Islam no fue solo consecuencia de un ejército disciplinado y profesional. De hecho, habían pasado apenas 70 años de la muerte de Mahoma. Su éxito se debió a la brillante administración que el Califato Omeya ejerció sobre las conquistas. Solo una minoría era étnicamente árabe, y esta era la que ocupaba los altos cargos de las instituciones y el ejército. Por tanto, si estudiamos el origen de esos ejércitos invasores en la península lo primero que descubrimos es que se habla de mauries; una distinción que en castellano a evolucionado a la palabra “moros”, y que hacía referencia a los habitantes de Mauritania, la Provincia de Mauritania en época de Roma, no el país actual. Así pues contamos con un ejército mucho más oriental de lo que pensaba en un primer momento.

Expansión del Imperio Árabe

Por otro lado, hemos estudiado que el gobernador de Ifriqiya o África, Musa, construye una flota en Tánger para cruzar el Estrecho de Gibraltar. Teniendo en cuenta la densidad de los contingentes militares que participaban y el tiempo en que la campaña se produce, parece más razonable pensar que debió contar también con la flota árabe oficial, por así decirlo, que fondeaba en Cartago, actual Túnez. Por tanto, no es tan descabellado imaginar que el sureste peninsular fuese otra vía de penetración óptima, y más teniendo en cuenta las expediciones que en esta zona ya se habían producido años antes a la conquista.

Recreación de la Batalla de Guadalete (711)

Hay más pruebas. En la capitulación de Teodomiro o Tudmir, conde que debió regir los territorios del sureste español durante la invasión árabe, se rinde Orihuela, Lorca, Mula, Alicante, y lo que se cree correctamente traducido como Elche, Cehegín y Cieza, pero Cartagena no aparece. Hasta ahora se ha señalado como muestra de que la ciudad había sido destruida totalmente por Suintila en el 624, cuando los visigodos expulsaron totalmente a los bizantinos, pero pocos historiadores creen que la ciudad no se considerase como un asentamiento estable, y se reconstruyera al poco después, debido a su valor estratégico. Por tanto, cada vez son más lo que creen que su ocupación árabe tras un desembarco responde mejor a su ausencia en este documento.

Mapa que representa la posible invasión desde el sureste

Fuentes árabes, cómo Al-Himyari, afirma que Abd Al-Aziz, hijo de Musa, derrota al conde Teodomiro en la mismísima Cartagena tras su desembarco; Ar-Razi nos dice que esta derrota fuerza su posterior capitulación; y Al-Udri también nos narra esta primera derrota de Teodomiro y su estrategia de negociación. Pero también son fuentes cristianas como la Primera Crónica General de Spania, escrita en tiempos de Alfonso X, la que señala Cartagena como la segunda punta de lanza de la conquista.

Ilustración que representa a Musa

Son muchas especulaciones y dudas que están sin resolver. Puede que Cartagena fuese la segunda ciudad en ser ocupada por las hordas musulmanas, que su puerto recibiera los refuerzos para la invasión desde el norte de África,  o incluso que fuese el propio Teodomiro el que advirtiera al Rey Rodrigo del ataque, siendo como señalan otros autores Sangonera y el Valle del Guadeltín el enclave de la famosa batalla. Pero hasta ahora solo podemos basarnos en la reinterpretación de fuentes y los estudios toponímicos de grandes profesionales como Joaquín Vallvé Bermejo. El debate está servido, ¿ustedes qué opinan?.

Raúl Palacios
Graduado en Historia por Universidad de Murcia. Master Universitario de Arqueología del Mediterráneo en la Antigüedad Clásica por la Universidad Complutense de Madrid. Doctorando en Arqueología.