En este artículo intentaremos mostrar la breve e intensa actividad política así como intrigas que los monarcas castellanos Fernando III y Alfonso X desempeñaron sobre la ciudad de Cartagena, durante el siglo XIII citando una serie de consecuencias de estas sobre el pequeño asentamiento cuya extensión no era mayor que la del cerro de la concepción; destacando sus políticas de doctrina marina que reactivaron el nuevo puerto castellano comercial y militarmente.

Tras la conquista cristiana de medinat Qartayanna en 1245; esta no solo cambiará su nombre a Cartagena, sino que a este cambio le seguirán una serie de medidas para la reactivación poblacional y productiva del terreno, medidas que harán en principio reactivar en cierto nivel el sector agrícola y mercantil. Tras estas medidas económicas, encontraremos uno de los factores que impulsarán a Cartagena; ya desde los tiempos de Fernando III encontramos el ímpetu castellano de avanzar la lucha contra los musulmanes a suelo africano, ahora posible con la apertura de Castilla al mar Mediterráneo gracias a esta plaza, prueba de ello son las concesiones que se le ofician a Cartagena desde su reconquista para incentivar la vocación marinera; siendo desde primera instancia en el 1245 base marítima castellana desde donde soltará amarras la flota que intervendrá en la campaña sevillana. El inmediato uso de Cartagena como punta de lanza contra los musulmanes no fue un hecho aislado; al año siguiente Fernando III mandará el denominado Fuero de Cartagena en 1246 donde manifestó el apoyo de la corona castellana a la empresa marítima con la incentivación de la construcción de naves, la aprobación y protección del corso, la creación de un dictado de navíos que podían atracar en el puerto murciano, además de que se obligaba a los navíos cartageneros a integrar la flota real  y como último punto se sustituyó a los vecinos de Cartagena, la obligación de aportar caballos, armas y soldados para las empresas reales a cambio de un servicio marino.

 

La última acción de Fernando III referente a Cartagena, podría ser en 1250 cuando restaurará el culto cristiano en la ciudad; con el restablecimiento de la sede episcopal la “ECCLESIA CARTHAGINENSIS IN HISPANIA” que se manda coronar con la edificación de un templo en calidad de Catedral, a la que se le nominará como Santa María, erigida y protegida bajo la advocación mariana de la virgen del Rosell, famosa por su tradición marinera y que afianzará la unión de la ciudad a su puerto. Esta unión entre ciudad, mar y patrona será reforzada y dotada de un fin por el rey Alfonso X; siendo Cartagena una de las herramientas para la realización de su proyecto supracastellano, un baluarte geográficamente protegido que actuaría dentro del conjunto del reino de Murcia como marca o frontera defensiva castellana contra el reino de Aragón y el reino Nazarí de Granada.

La muerte de Fernando III, hizo que su hijo Alfonso X le sucediera en el 1252. En los primeros momentos de su reinado observamos como Cartagena sería desplazada por el protagonismo de las áreas costeras Sevillanas, aunque en 1260 se conquista la plaza africana de Salé cuya expedición se cree que zarpó de Cartagena, por tanto, no observamos un abandono si no un desplazamiento del poder.

Alfonso X, será apodado el sabio por la dedicación a numerosos estudios, que realizará con mayor éxito que su vida política, según el historiador Padre Mariana es por sus relaciones entre la nobleza, la iglesia y en la pugna contra el infiel que es catalogado como mal político, dato que podremos corroborar en cierta medida por las causas siguientes a exponer que conducirán al fracaso de la nueva empresa personalista del monarca.

Una de sus mayores derrotas políticas sería “el fecho de imperio” pues aprovechando su condición de hijo de Beatriz de Suabia, presentó en 1257 su candidatura al Imperio Germánico pero la presentación de Ricardo de Cornualles, junto a la enemistad del Papado hacia el linaje de los Staufen con el que tantas fluctuaciones y conflictos de poder habían mantenido durante cerca de un siglo; linaje del cual Alfonso X procedía, haciéndole impracticable el fecho. Alfonso no cesó en su intento de resaltar sus derechos al trono imperial, fue en 1272 cuando el Papa Gregorio X, declinó ante la curia romana los deseos de Alfonso definitivamente por el fecho del imperio, esto fue tomado como un gesto hostil, sin embargo, lo que aparentemente parece una actuación sin mayor realce; si analizamos sensiblemente la misiva podemos apreciar en la carta recibida por Alfonso por parte del Papa las pablaras “peligro” y “experiencia”; refiriéndose claramente a los actos realizados por la orden teutónica en 1271, aunque estos hechos aparentemente no deberían afectar al monarca castellano, lo cierto es que es lo contrario pues su linaje Staufen es el que le impide principalmente el otorgamiento del poder, ya que además estos fueron quienes crearon la sagrada orden de los caballeros teutónicos que servían como mano ejecutora del imperio germánico, lo que para más inri si bien no se puede demostrar un gran poder de Alfonso dentro la orden, si se constata que le hacían valer sus lazos de sangre al requerirle dinero en pagos para la orden y se sabe además de la existencia de motas de caballeros teutónicos en territorio castellano, siendo suficientes estos datos para que el Papa le retirara su favor. Si seguimos ahondando más en el análisis de la carta y la interrelación de Alfonso, muestra la inquietud de la curia romana pues a Roma habían llegado oídas de la creación de una orden monástica de caballería dedicada al campo marino, que solo serviría a la Corona de Castilla y sería un dócil instrumento del propio monarca castellano. Por tanto la carta hace símil a la experiencia teutónica en cuanto a la actuación de ordenes militares bajo el mando directo de las monarquías, es de tal calado la importancia de la creación de Santa María, que hace dotar de significado no solo la carta recibida por Alfonso sino también a lo que podríamos definir como inquietud de la curia romana por el posible uso político de castilla de una orden monástico militar.

Caballeros de la Orden de Santa María de la Estrella.

En este artículo hablaremos de la orden de Santa María en un marco político, si le interesa mayor información sobre esta orden militar castellana con denominación cartagenera puede ojear nuestro artículo: https://www.memoriadecartagena.es/la-efimera-orden-de-la-estrella-y-su-relacion-con-cartagena/

La fundación de Santa María de España en 1272 será el culmen del proyecto castellano y principalmente alfonsino que absorbió diversas políticas gibelinas, obedeciendo esta orden al proceso reformador de la materia naval, con fines supracastellanos, siendo una consecuencia de esta y no la causa debido a que las reformas iniciadas por Fernando III eran insuficientes, por lo que Alfonso en primera instancia dio un giro a su política supracastellana, adquiriendo una actitud defensiva de sus territorios, olvidando el afianzamiento de plazas en el continente africano y fijándolo como un objetivo a largo plazo pues además de ser inviable, sus dominios peninsulares estaban gravemente amenazados, las costas del reino de Murcia eran azotadas con incursiones y sus mares por la piratería, surgiendo así en base a la orden la división defensiva de las costas castellanas, como podremos ver posteriormente; basándose en la observación ya que la defensa terrestre mediante la encomienda de territorios y castillos a ordenes militares con guarnición fija y experimentada había dado unos resultados excelentes, por lo que el mismo Alfonso pudo pensar que la aplicación de estos métodos defensivos terrestres, podían también ser viables en el mar; por ello la orden se organizaba y enmarcaba físicamente mediante la distribución de sus conventos por toda la costa castellana, en los puertos de mejor situación estratégica se situarían los convento principales, que actuarían como capitanías dependientes del convento capitular de Cartagena con dominio sobre las aguas mediterráneas, donde residiría el almirante, estando así a la cabeza del resto del conventos el de “Cartageniae in regno de Murciae” por tanto dependientes de este, estarían los conventos de San Sebastián con atribuciones en el Cantábrico, de Coruña en el Atlántico y el puerto de Santa María en el estrecho. Estas decisiones fueron consensuadas en el periplo en que Alfonso X estuvo en el reino de Murcia 1271-1272 donde maduró la idea, adaptándola y matizándose en una segunda ola reformadora de la materia naval, volviendo a poner especial interés en Cartagena; redactándole un privilegio en mayo de 1271 a Cartagena y Alicante como primera medida reformadora para centralizar y hacer fuerte el tráfico marítimo, llegando a ordenar a sus hombres, a las órdenes del hospital y del temple incluso a los mercaderes a transitar esos puertos para pasar a ultramar, además mandó que cualquier barco cartagenero pudiera ser requisado por el rey para el transporte de viandas o caballeros. Es por ello que siendo Cartagena uno de los puertos castellanos mejor emplazados y defendidos geográficamente, siendo la marca castellana contra los enemigos , Alfonso X ubica en él, el capítulo de la orden de Santa María de España el 16 de noviembre de 1272 protegida y dedicada la advocación mariana de Santa María del Rosell por la ferviente vocación del monarca y dirigida por el Infante Don Sancho con el cargo de “Alférez de Santa María et almiral della cofraría de Espanna”.

Galera: veleros militares mas comunes en el Mediterráneo que mantendrán su dominio y uso hasta bien entrada la edad moderna.

 

El principio del fin del orden será con el inicio de la campaña contra los granadinos y los africanos del 1278 de Alfonso X, donde se combinó el uso de fuerzas terrestres y navales que eran mantenidas por rutas de mercaderes, esta era una ambiciosa campaña fruto de los sueños de Alfonso que tanto empeño puso, pues al considerar “protegidos” sus reinos se lanzó de lleno a la ofensiva contra el infiel. Contando la flota cristiana con 80 navíos 24 galeras y un considerable numero de galeotas no especificado, los castellanos fueron derrotados en el bloqueo del puerto de Algeciras por Abu Yakub y es que a pesar del abrumador número de la fuerza naval castellana, es sabido por cronistas coetáneos que la falta de experiencia naval del reino cristiano era de notar ya que estos estaban faltos de víveres, conmocionados por la enfermedad y constaban de una baja moral, por ello gracias al ataque sorpresivo del moro, la victoria fue decisiva, pudiendo huir de la contienda solo 3 naves que pudieron llegar de mal modo a Cartagena y sin sus capitanes. Habiendo sido destrozada toda la flota castellana en un golpe fatal; Alfonso tuvo que renunciar definitivamente a su empeño de los “fecho allen del mar” recurriendo desde entonces a mercenarios para la defensa de los mares, como por ejemplo los genoveses.

La prematura disolución de Santa María de la Estrella es debido al desastre de Algeciras y posteriormente la derrota de Moclin, lo que pondrá fin al proyecto castellano, comenzado por Fernando III e impulsado por Alfonso X donde en sus actuaciones podremos ver su claro apoyo a las políticas imperiales frente a las papales adoptando una postura gibelina, aplicando políticas en Castilla reminiscentes de la anticuada idea de “dominium mundi” Staufen, cayendo definitivamente tras la tentativa y el fracaso de la experiencia africana. Cartagena por su parte dejará de ser un lugar de gran relevancia durante la Edad Media, tratándose de unas tierras poco pobladas y peligrosas por las incursiones hasta el siglo XV; donde gracias a los atributos nombrados en este artículo, siendo los mismos que habían atraído numerosas culturas a lo largo de su historia, volverían a lucir en la geopolítica peninsular la ciudad de Cartagena como un importante puerto en la Edad Moderna con los Austrias.

 

Bibliografía:

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Juan Manuel Gómez Capilla
Estudiante de Historia en la Universidad de Murcia, con estudios en latín clásico, colaborador del CEPOAT, peón arqueológico voluntario y divulgador autónomo. Puedes seguirme en: http://entreellibroylapala.blogspot.com/ https://sketchfab.com/100juanmaca