Carthago Spartaria será el nombre que los bizantinos otorgarán a Cartagena durante su breve estancia en la península ibérica, Cartagena se convertirá en la capital bizantina de la península, una plaza fuerte abierta al mar y cercana a recursos con los que poder comerciar, reavivando el tejido comercial marítimo imperial ya perdido. Los romanos orientales son conocidos posteriormente como bizantinos desde el siglo XVI, esta denominación es especialmente aceptada para su estudio tras el año 620, año en que el latín es sustituido como lengua oficial por el griego, aunque así mismos se seguirían llamando romanos. Por tanto, en este artículo intentaremos mostrar datos obtenidos de fuentes arqueológicas y documentales que expliquen la actividad económica, cultural y social de la ciudad de Cartagena durante los 61 años de dominio bizantino. Parecería lógico como causa de las maniobras realizadas por los bizantinos en la renovatio imperii, fueren ensalzados los valores de la romanidad en marcos políticos y culturales pero lo cierto es que parece no ser de gran importancia, ya que se puede observar en la nula conservación de los monumentos anteriores y la disgregación de los poderes políticos locales, que llegan a caer conjuntamente en un progresivo fenómeno de “autofagotización” como afirma el Catedrático Noguera.

Mosaico del emperador Justiniano.

La caída del Imperio Romano Occidental en el 476, no supone una ruptura cultural instantánea por tanto, no es una caída libre hacia una barbarización o germanización, lo que sufrirá su territorito, si no una lenta progresiva aculturación que dará fruto una simbiosis de ambos mundos, pues el imperio solo cae nominalmente, perviviendo la sociedad y cultura que lo sustentaba por ello podemos ante ese cambio observar distintos comportamientos de la masa romana como es visto en algunos territorios donde surgen pequeños reinos dirigidos por oficiales imperiales, que mantienen la romanidad por un cierto tiempo como en la Galia el de Siagrio o como teóricamente podría ser el mito del rey Arturo en Gran Bretaña; no siendo el caso de la península Ibérica donde se irá perdiéndose progresivamente el concepto de civitas como núcleo de la vida civil siendo sustituido tanto este como el poder que lo dirige por la ciudad-fortaleza con dirigentes militares en primer momento.

El imperio oriental por otro lado pudo sobrevivir al fenómeno de las primeras invasiones,  y  consolidarse como primera potencia conocida, coincidiendo el principado de Justiniano I con la creación de los nuevos reinos germanos en el territorio del antiguo imperio occidental; comenzando este la reconquista del territorio occidental enmarcando sus campañas en su programa militar renovatio imperii, aunque el fundamento de la intervención imperial en la península es tema de debate por distintos factores que expondremos a continuación: La intervención de los milites Romani está contextualizada en el enfrentamiento entre el rey visigodo Agila y el noble Atanagildo quien le habría pedido ayuda al emperador para derrotar al primero, dentro de esta intervención podemos discernir diferentes ideas que pueden actuar de casus belli como por ejemplo que el emperador romano pueda restituir su herencia por que es su propio derecho restituyendo las fronteras imperiales anteriores a la fragmentación del 395, pero no encontramos solo razones políticas si no también religiosas como puede ser la lucha contra el cristianismo arriano visigodo argumento que también podría ser de consideración, pero no es el último ya que también es posible encontrar intereses económicos a los que someter a análisis, puesto que el territorio de dominio bizantino en la península se plasma en el mapa como una extensa y delgada franja costera que daba acceso a los minerales de las sierras marinas y su vez posee enclaves portuarios para su distribución y comercialización. Fundándose de este modo la provincia bizantina de Spania en el 555, con capital en Carthago Spartaria, adjetivando el antiguo nombre de la civitas por la cantidad de esparto que poseía los territorios colindantes.

Mapa de la provincia Spania.

La historiografía actualmente focaliza el desarrollo de los hechos en la aceptación del primer caso expuesto, siendo la pugna de Agila y Atanagildo; pero lo cierto es que en la historia no todo es lo que parece y la escasez de variedad de fuentes para usar método comparativo hace que nos centremos en un solo discurso, por lo que es posible que no sean visibles otros factores u objetivos reales. En la historia no hay hecho inocente o aparente; visto por ejemplo en el caso de los propios Visigodos que fueron expulsados de los territorios de Tolosa por una falsa acusación del rey franco Clodoveo I que con un discurso potente como es la defensa de los católicos visigodos ante los abusos del resto de la población catalogados como herejes arrianos, intervino militarmente sobre el reino visigodo de Tolosa; casus belli totalmente falso, que fue esgrimido con astucia por el rey franco para arrebatar el territorio costero mediterráneo al norte de los Pirineos a los Visigodos.

Por tanto, con estas premisas analizaremos diversas fuentes documentales y arqueológicas que nos harán vislumbrar ciertos aspectos conocidos de la Cartagena bizantina; para ello dividiremos el discurso en diferentes puntos principales como son: La situación social, y el registro contextualizado de la cultura material de los bienes recuperados en la urbe, de carácter inmueble y mueble.

En el siglo VI, los hispanorromanos seguían siendo una mayoría poblacional que estaba supeditada a una minoría gobernante que era el pueblo visigodo, dirigido por una aristocracia militar. Los bloques poblacionales no se caracterizaban por una estrecha relación hasta la ley que aprobaba los matrimonios mixtos, lo que desencadenó un cambio social y mestizaje que diluía las líneas de lo bárbaro y lo romano. Para el análisis social, expondremos uno de los testimonios más importantes, como son las crónicas de San Isidoro, el cual nos muestra un carácter paradigmático, pues los hispanorromanos veían como invasores a los romanos orientales, a los que recibieron con hostilidad y trato de extranjeros, lo que puede ser prueba de que los bizantinos no solo estuvieran en el territorio peninsular por la noble tarea de ayudar en la guerra civil o defender el catolicismo; es bien sabido por estos textos, que los interés comerciales de lo orientales eran muy diferentes a los de los locales; prueba de ello es la migración de la familia de Leandro e Isidoro al caer la ciudad de Carthago Nova en manos bizantinas, pues por ejemplo en el caso de Isidoro, su familia desempeñaba un papel muy importante en la política local y comercial prexistente a la llegada de los orientales y es que el estado bizantino tenía un gran poder centralizador, regido por un férreo sistema fiscal lo que no era igual en el estado visigodo en el que se pretendía emular la administración sin lograr resultados realmente reseñables, lo que les generaba a los comerciantes y aristócratas un gran margen de maniobra para sus clientelas y negocios, cosa que nos puede recordar al popular dicho de “quien hace la ley, hace la trampa”.

En los escritos de San Isidoro observamos, el interés que tiene hacia la palabra “emulo” que relaciona con un imitador o apasionado de un objeto, esta palabra la usa para describir al conjunto del pueblo visigodo que emulan al imperio, lo admiran y lo imitan a la par que lo desafían y se oponen a el. Estas conductas sociales a su vez repercutirán en los contextos materiales que serán de gran heterogeneidad por la importación de productos orientales o las propias manufacturas bizantinizantes, dejándonos registros materiales de técnicas y tecnologías como la orfebrería polícroma característica bizantina, que hará como suya el pueblo visigodo.

Dadas las pautas de sociales y expuesto el contexto histórico, deberíamos mostrar el planteamiento y desarrollo urbano, exponiendo primeramente el cerco murario.

Los bizantinos realizan un proceso de fortificación en las plazas costeras, en una acción de contracción y repliegue defensivo, los centros urbanos en su mayoría en declive recortarán su cerco murario, reduciendo el perímetro fortificado notablemente para poder optimizar los esfuerzos defensivos, intentando mantener las ciudades con pocos activos. Cartagena no es una excepción y del mismo modo reduce mas de la mitad su extensión en comparación a la ciudad imperial, que queda reducida a una lengua pegada al mar que discurría entre el Molinete y el cerro de la Concepción.

Comparación cerco murallas romanas y bizantinas.

Aunque no se conozca con exactitud el trazado total de la muralla bizantina si tenemos diversas fuentes materiales que corroboran su existencia. Sirva de ejemplo el hallazgo de una lápida con una inscripción conmemorativa durante las obras de cimentación del antiguo convento de la Plaza de la Merced, en el siglo XVIII, en la que se alude directamente a la construcción reconstrucción de una muralla que mandó hacer el Patricio Comenciolo Magister Militum en tiempos del emperador Mauricio; esta inscripción nos muestra un importante testimonio a cerca de la forma de la muralla, describiéndola como una muralla de unas altas torres, que en su entrada disponía de dos puertas en pórticos de doble arco y sobre estos una cámara para guardar defensores y proteger las puertas. Podemos concluir que la inscripción de Comenciolo ha sido exacta en cierta manera, pues aún no se han encontrado estructuras de los pórticos o ningún acceso a lo que fue el recinto urbano y existe cierto debate sobre si el adarve realizado en madera podía aguantar el peso de la cubierta de las torres que describe o si por el contrario podría ser un elemento propagandístico.

En el interior de la ciudad en cuanto al habitad urbano, expondremos dos zonas de especial interés, correspondientes a barrios bizantinos en primer lugar el situado en la ladera del cerro de la Concepción y el segundo en el Molinete; en las que encontramos un fenómeno quizás consciente de ausencia ornamental y la formación de modestas construcciones formadas por elementos arquitectónicos de los edificios en ruinas situados a los nuevos extramuros, no como adornos propios como hemos mencionado sino para dar consistencia a los muros; esta utilización de la antigua ciudad imperial como cantera parece ser que no estaba regularizada por la administración, si no que particularmente cada ciudadano podía acercarse a esos bancales ruinosos que antes eran la ciudad imperial. Por tanto focalizamos principalmente la trama urbana de la ciudad en los dos promontorios, mientras que en el espacio existente entre ambos, se revela casi despoblado, intercalando viviendas con zonas desocupadas o vertederos.

El barrio del cerro de la Concepción se superponía en las estructuras del antiguo teatro romano, se encuentra en la ladera noroccidental, donde se encontraron diversas estructuras con contextos materiales que pueden corresponder a componentes domésticos puesto que se encontraron peines o anillos, al igual que pudo servir de almacenamiento, lo que podrían tratarse que estas edificaciones se dedicaban al mantenimiento de la fortaleza que coronaría el cerro en época anterior a la que actualmente se erige; del mismo modo también pudo haber sido usado como residencia de la guarnición, hipótesis que también tendría cabida por su situación estratégica elevada, cercana al castellum y a las murallas, esta hipótesis puede ser atestiguada por el hallazgo de armamento como puntas de flechas o restos de láminas de armaduras bizantinas.

Barrio bizantino sobrepuesto al teatro romano.

Las placas de la armadura encontrada pertenecen a una lorica squamata una armadura de origen oriental usada entre los milites romani, más sobre todo, entre oficiales y miembros de la caballería pesada, por lo que podemos ver cierto ambiente castrense donde podrían alojarse ciertos cuadros oficiales del ejército romano entre sus habitantes.

En las inmediaciones del cerro del molinete se documento otro barrio bizantino con contextos materiales significativos, algo similares al anterior expuesto, situado en la ladera meridional, se levanta sobre las antiguas ínsulas, con un urbanismo irregular con casas adosadas, callejones acodados, formando un barrio de marcado carácter artesanal que contaba al menos con herrería y alfarería.

Saliendo de la ciudad de lo vivos, fuera de las muralla bizantinas en los antiguos barrios imperiales, encontraremos la ciudad de los muertos, la necrópolis. Las necrópolis son centros de información de gran importancia donde es posible sacar importantes datos rituales, sociales, económicos y materiales. Encontrando entonces con registros muebles como ungüentarios vítreos y jarras cerámicas, anillos incluso algún collar.

Localización de la Necrópolis.

Clara tendencia bizantina en los territorios occidentales es el uso de jarras africanas como ajuar funerario simbólico; encontrando este tipo de registro por ejemplo también en Ibiza, al contrario que en el resto de la península en territorio visigodo, donde estos se carácterizan por el uso de cerámica local; estos registros muebles nos muestra la apertura de Cartagena al comercio Mediterráneo y la pervivencia del fenómenos de las modas, siendo el caso de las jarras africanas a las que nos referimos; tal grado tiene la importancia de estos contextos que algunos estudiosos hablan del proceso de “bizantinización” como una “africanización” mas que en el reforzamiento de las relaciones comerciales con el Mediterráneo oriental.

En sintonía al registro material y con la premisa del carácter castrense de la urbe, hace que en general el registro material brille por la escasez de objetos ligados al mundo femenino en relación a perfumes o cosméticos; abundando en contrapartida los registros numismáticos, en especial se documentan en Cartagena un gran número de monedas bizantinas, tipo nummi unas monedas de bronce de escaso valor muy recurrentes para los intercambios locales o el pago de soldadas; son procedentes de la propia ciudad y pueden ser datadas en torno al siglo VI o principios del VII; el facial de estas monedas de bronce consta de una cruz griega o latina en anverso y la letra delta (Δ) en reverso; la cruz se encuentra dentro de círculo con orla radiada; y la delta indica el valor. Monedas similares han sido documentadas fuera de la ciudad en territorios limítrofes que también fueron bizantinos como por ejemplo en Minateda y Menorca.

Nummi bizantinos.

Estas monedas se alejan de la lógica de acuñación de la época pues lo lógico hubiera sido como en cualquier otra moneda Bizantina, acuñarse con la efigie del emperador, pero la sustitución de esta por una cruz podría mostrarnos una cierta intervención en la acuñación monetaria de alguna autoridad episcopal del propio Conventus Carthaginensis; hipótesis que también puede ser apoyada por el uso de la corona radiada en vez de la usual laureada. Las monedas están adscritas a contextos cercanos a la fundación por ejemplo en relleno o pozos y también en la fase final de colmatación, lo que podría indicarnos que no solo se mantuvo la ceca si no que las primeras emisiones podrían corresponder al propio reinado de Justiniano.

Por lo tanto podemos sintetizar que el hallazgo de estas monedas, nos informa del uso de las abundantes minas mencionadas al principio del artículo, en conjunto a la creación de un sector metalúrgico que avivara las llamas tanto para acuñaciones monetaria como para el la producción armamentística como hemos podido observar.

En relación a la moneda y la transacción en la Cartagena bizantina; reafirmamos el papel de la Spartaria como uno de los principales puertos de Spania, referentes al tráfico mercante, volviendo a ser el dinamizador económico de la ciudad, conocido hoy por los abundantes restos subacuáticos encontrados en la bahía de Cartagena, especialmente concentrados en el Espalmador; lo parece indicarnos que este terreno era el fondeadero principal de la urbe usado por embarcaciones de mayor tonelaje, encontramos en su fondo restos materiales principalmente africanos transportados en barcos que contaban desde 60 u 80 toneladas, lo que serían embarcaciones medianas para la época, usadas para el comercio regional español y africano; así es posible atestiguarlo gracias al descubrimiento y estudio de los numerosos pecios encontrados como el de Trincabotijas, Punta de San Leandro o Bajo de Santa Ana.

Por otro lado, deberíamos observar la otra cara de la moneda. El Espalmador es un terreno alejado de la fachada marítima de la ciudad, posiblemente hubiera otro punto más cercano a ella que pudiera alojar otro tipo de embarcaciones pero desconocemos actualmente el uso o ubicación de otro amarradero por parte de los bizantinos, pues aunque sí que es cierto que bajo la casa Llagostera fue exhumado el cantil del puerto romano, también lo es, que no disponemos de la información necesaria para respaldar la hipótesis de uso o abandono de esa instalación, ya que no se ha procedido a realizar ningún estudio exhaustivo; encontrándose a día de hoy en situación de abandono, a la suerte de la maleza y el agua de lluvia que termina estancada cubriendo la totalidad del yacimiento.

El breve proceso de reconstrucción imperial  hizo que Carthago Spartaria recobrase una cierta relevancia política y económica, volviéndose a armar y a afianzar su posición en un tejido comercial olvidado desde la época romana; pero el programa de restauración imperial bizantino fracasó y acorde a las fuentes documentales, Suintila el visigodo reduce la ciudad a escombros en el 625, episodio de máxima brutalidad corroborado también en los registros materiales arqueológicos, donde se muestran unos niveles de destrucción inmediatos y no episódicos.

La experiencia Bizantina en Cartagena había acabado tras 61 años de gobierno imperial.

 

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Juan Manuel Gómez Capilla
Estudiante de Historia en la Universidad de Murcia, con estudios en latín clásico, colaborador del CEPOAT, peón arqueológico voluntario y divulgador autónomo. Puedes seguirme en: http://entreellibroylapala.blogspot.com/ https://sketchfab.com/100juanmaca