12 ÁRBOLES- Proyecto de Restitución de la figura histórica de Ricardo Codorniu y Stárico

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El próximo viernes 3 de febrero a las 19:00 tendrá lugar en la Sala de Ceremonias del Palacio Consistorial la presentación del libro 12 árboles, promovido por la Asociación CREECT en honor al ingeniero de montes cartagenero Ricardo Codorniu y Stárico. En palabras de su presidente, Santiago del Álamo: “Desde nuestros comienzos como asociación nos ha resultado sorprendente ver pasar los años y corroborar como este gran personaje de reconocimiento mundial y destacado por llevar a cabo colosales empresas tales como la reforestación de Sierra Espuña ha sido, es y sigue siendo un gran olvidado para la sociedad, y en concreto para la ciudad que le vio nacer. A día de hoy, tiene un busto conmemorativo tanto en el Parque del Retiro en Madrid como en la plaza de Santo Domingo en Murcia, ninguno en Cartagena. Este proyecto propone devolverle el sitio que se merece, reeditando un libro de cuentos que escribió hace más de 100 años, dedicando cada uno de sus 12 cuentos a cada uno de sus nietos”. El objetivo no es otro que obtener, gracias a su redacción, beneficios que permitan completar “tareas de reforestación, creación de un bosque a su nombre, así como la creación y colocación de una estátua en su honor en Cartagena, y la reasignación de su nombre a una avenida en Cartagena”. Por ello, desde nuestra web os animamos a colaborar en el proyecto, y como muestra repasaremos brevemente la biografía de Ricardo Codorniu, de la misma forma que en las páginas de “12 árboles”.

Portada de “12 árboles”

“El día 19 de marzo del año 1889 subí a pie al Morrón de Espuña, que por cierto estaba nevado, practicando un reconocimiento en las vertientes del Guadalentín, y al descender atravesando la cuenca alta del Espuña, llamado río con harta exageración, no vi ni un pino ni una sola encina. Deduje, por lo tanto, que había que repoblarlo todo”. Estas palabras son el comienzo de una de las grandes hazañas  desarrolladas en España por uno de los más destacados humanistas regenaracionistas que ha visto nacer este país, hablamos de Don Ricardo Codorníu Stárico. Pese a que este cartagenero era conocido por sus allegados como el viejo forestal, su gran labor por el medio natural y su afán emprendedor  le tendrían reservado otro  apodo por el que la historia le recordará hasta el final de los días, el Apóstol del árbol.

Retrato de Ricardo Codorniu y Stárico

Ricardo Codorníu nació un 6 de julio de 1846 en Cartagena en el seno de una familia de empresarios y políticos de procedencia catalana. Desde bien pequeño, mostró especial sensibilidad por la naturaleza, sensibilidad que unida a la virtud de la que solo los visionarios disfrutan,  le llevó a convertirse en un ser extraordinario. Cursó bachiller en las aulas del madrileño Instituto de San Isidro completando sus estudios superiores en la escuela de montes de Villaviciosa de Odón como ingeniero de montes. Finalmente se graduó en 1871 en el Escorial. Ese mismo año contraería matrimonio con la también cartagenera Mercedes Bosch y Bienert, hija del que fuera alcalde de la capital departamental del mediterráneo y director de la Casa de Misericordia de la propia ciudad, Jaime Bosch. Esposa con la que formó una fructífera familia compuesta por ocho hijos y 22 nietos entre los cuales nacería el inventor del autogiro Juan de la Cierva y Codorníu. Pronto sería máximo responsable de la Dirección Hidrográfica-Forestal del Segura y  jefe de inspección de Repoblaciones Forestales y del Servicio Hidrográfico-Forestal del Ministerio de Fomento, desarrollando en plenitud las inmensas obras que le harían ganarse el respeto y  consideración alcanzada.

Ejemplo de una de las ilustraciones que recoge “12 árboles”

Si en las escuelas militares de medio mundo se estudia aún  la batalla de Cannas como ejemplo de táctica militar, en las escuelas forestales se promueve como  idílico modelo de restauración hidrológica forestal  en zonas áridas, el aplicado por Ricardo Codorníu en el proceso de recuperación de Sierra Espuña. Nunca antes el ser humano había emprendido tan vasto proyecto en materia forestal; la tragedia vivida durante las riadas de Santa Teresa en 1879  que dejaron en la vega del guadalentín cerca del millar de muertos, obligó a adoptar una solución definitiva. Sería en 1891 cuando el plan se lleva efecto dando comienzo con la plantación de 67.000 hectáreas de árboles con el fin de evitar  futuras y devastadoras correntías. Finalmente serían cerca de 17.000 las hectáreas cubiertas, algunas de ellas llenas de ingenio a tiro de escopeta cargada con postas de semillas. Esas hectáreas son las que hoy enmarcan el Parque Natural de Sierra Espuña y su fastuoso legado: millones de árboles, un millar de especies vegetales, 123 tipos de aves, 38 mamíferos, decenas de anfibios… La  otra gran obra desarrollada por el Apóstol del Árbol fue la que consiguió frenar el avance de las dunas que amenazaban con hacer desaparecer el pueblo de Guardamar. A día de hoy, sabemos que su influencia y persistencia en comunicar los parabienes de la protección y promoción del medio, llevaron entre otros e indirectamente, a su yerno Juan Antonio Pérez, marido de Carolina Codorníu y Bosch, a emprender junto a ella y el Almirante Bastarreche la repoblación de otras grandes zonas de nuestro territorio como la Algameca de Cartagena o el Valle de Carrascoy.

Santiago del Álamo, presidente de CREECT

Su figura fue y es internacional; fue nombrado socio honorario de la Canadian Society of Forestry Engineers obteniendo reconocimientos por los méritos contraídos en nuestro país como la Gran Cruz del Mérito Agrícola, la Gran Cruz de Isabel la Católica y la Encomienda de número de Alfonso XII. Fundó la Sociedad Española de Amigos del Árbol así como la Revista España Forestal, e intervino en la elaboración del Real Decreto que instauraba oficialmente la Fiesta del Árbol en España en 1904 acompañando  en tal medida al destacado catalán Rafael Puig y Valls.  Otra faceta destacada del autor fue su enérgica labor por difundir el esperanto en nuestro país como lengua universal queriendo unir el mundo bajo un mismo idioma. En su intento, fundó entre otras asociaciones locales, la Sociedad Española para la Difusión del Esperanto. ¿Quién le iba  decir al Apóstol del Árbol que en el año 2016 un Papa llamado Francisco, -como el santo al que tanto adoraba- iba a tener que dedicar su encíclica a la preservación del planeta? Pues así es, nada más lejos de lo que le hubiese gustado escuchar o leer un siglo más tarde a Don Ricardo Codorníu, no solo no ha cambiado el mundo a mejor, hemos ido a peor y con la directa puesta. Vivimos en un mundo donde poco se ha aprendido desde entonces y mucho queda por hacer, mejor dicho ¡todo! Donde se habla de conceptos tenebrosos como la “rapidación” desgraciado termino que fusiona asuntos tales como el frenético ritmo de vida de las personas , el consumo irresponsable o el consecuente desgaste sin miramiento alguno de los recursos del planeta tierra, planeta del que dependemos y del que olvidamos el “deber” de estar en equilibrio permanentemente con él. Esa es la realidad en la que nos movemos hoy y lo único positivo que sacamos de ello y de la consiguiente reflexión, es la validación como auténticos visionarios de aquellos que como Don Ricardo, cien años antes y ante la ignorancia más absoluta  ya aleccionaban a la masa sobre valores y sermones que a día de hoy están en boca de grandes figuras que luchan contra en calentamiento global ante el agotamiento y extenuación de nuestro mundo que pide a gritos echar el freno de mano y reconducir la situación.

Ilustración en “12 árboles”

Ricardo Codorníu fue “un visionario naturalista del  SXIX”;  un destacado patriota de fuertes creencias religiosas, ecólogo pionero en su mundo, filántropo y generoso, culto y bondadoso, humanista, pedagogo, enemigo de la vanidad y excentricidad, un hombre adelantado a su tiempo que cultivó  hasta el último aliento, su afán por dejar – siempre sin hacer demasiado ruido, tal y como predica la caridad que le profesaba su fuerte fe –  un legado con vistas a mejorar las bases de un mundo, en el que España en especial, se encontraba en plena decadencia. Ante todo, era un hombre enamorado de la vida, vida que llenaba con su amor por la naturaleza, por la familia y por la humanidad que emanaba de su corazón hacia todo lo que le rodeaba, valor que llevo a máximas cotas  dedicando toda su existencia  a  unir  un incomprendido mundo derribando muros , ya fuera a través del oxigeno que emanaba de los árboles plantados que no conoce frontera ,el vuelo de los pájaros a los que dan cobijo su follaje y sus alas no alojan matrícula  o la promoción de una lengua que intentó hacer entendernos a todos para siempre y de una manera irreversible.

Ilustración de Ricardo Codorniu en “12 árboles”

“Falleció el 26 de septiembre de 1923 a los 77 años de edad y sus restos, por expreso deseo del viejo forestal, descansan haciendo alarde eterno a su humildad sin distinción ni tratamiento alguno en su tumba en el cementerio de los Remedios de Santa Lucia en Cartagena, en su  lápida se puede leer «Ricardo Codorniú Stárico, Ingeniero de Montes» Sin embargo, su legado se respira a día de hoy y nunca mejor dicho, como la más sana y fresca de las fragancias”.

Ilustraciones y portada de “12 árboles”

Desde Memoria de Cartagena queremos dar a conocer la gran labor que esta emprendiendo  la Asociación CREECT, y en especial a todos aquellos artistas y profesionales que han colaborado en la redacción del libro: Santiago del Álamo, Juan Álvarez, Jorge Gómez, Eme, Piedad Martínez Torres, Fernando Dagnino, Jose Manuel Puebla, Paper Pan, Victor Biticol, Kraser, Mai Sabater, Dani Acuña, Sonia Matas, Jose Manuel Cepeda, Pablo Manuel Moral y Diego Pérez Casanova. A todos vosotros, desde aquí os damos la enhorabuena y os deseamos un éxito que seguro que conseguiréis.

Para colaborar con el proyecto visita: docearboles.com

Ilustración en “12 árboles”

Raúl Palacios
Graduado en Historia por Universidad de Murcia. Master Universitario de Arqueología del Mediterráneo en la Antigüedad Clásica por la Universidad Complutense de Madrid. Doctorando en Arqueología.